Quartiere Crocetta, río Po, Turín
Quartiere Crocetta, río Po, Turín
🛣️ Turín fue la primera parada de mi road trip desde Ginebra hasta la Costa Amalfitana, el propósito del viaje era recorrer la Toscana y detenernos en algunos de sus pueblitos con encanto…
🤭 Si te interesa saber por qué tenía tantas ganas de visitar esta región, te invito a leer este post 👉🏼 De un anuncio de pizza a la Toscana: así fue como me enamoré de ella…
Así que, con toda la buena vibra y varios podcasts descargados para hacer el trayecto más ameno 🚘🎶, nos pusimos en marcha hacia Turín.
Una ciudad ideal como primera parada, ya que está a tan solo tres horas y media de Ginebra. Y sí, nuestro plan era claro: que ninguna escala estuviera a más de cuatro horas de distancia. La idea era disfrutar, no pasar el viaje entero en carretera.
Ya una vez en Turín, mi primera parada fue la Piazza San Carlo, una de las más elegantes de Italia, rodeada de pórticos, edificios señoriales y ese aire clásico que te transporta a otra época.
Justo allí se encuentra el Caffè San Carlo, inaugurado en 1822, famoso por ser punto de encuentro de intelectuales, artistas y políticos. Su interior, con mármoles dorados, lámparas de cristal y detalles neoclásicos, es una joya en sí mismo: elegante, histórico y absolutamente encantador. Ideal para disfrutar un espresso o un cappuccino acompañado de un cornetto, en un ambiente lleno de historia y estilo…
Expectativa vs. Realidad: llegué soñando con un brunch delicioso para probar las delicias dulces y saladas de la cocina italiana, pero olvidé un pequeño detalle: en Italia el concepto de “brunch” no es tan popular como en Estados Unidos. Así que, para cuando llegué, el desayuno ya había terminado y el brunch… simplemente no existía. 😅
Nada que un poco de improvisación no pudiera arreglar: terminé pidiendo unos sandwichitos de salmón (muy estilo inglés) y un postre para comenzar el día con un toque dulce. No está demás decir que todo estuvo delicioso 👌🏼
Eso sí, confieso que el Caffè San Carlo vale más por la experiencia... así que mi recomendación es ir por un “gouté” (como dirían en Francia), es decir, un cafecito, un postre para compartir y tiempo para observar el ir y venir de la gente.
El lugar es pequeño y suele estar lleno, así que, si planeas comer allí, reserva con antelación ☎️
Después de ese primer café, decidí caminar hacia los lugares que tenía planeado visitar, eso sí, disfrutando de la ciudad a mi propio ritmo.
Pasé por la Piazza Carignano, rodeada de majestuosos edificios barrocos, y seguí hacia la Galleria Subalpina, una galería cubierta de vidrio y hierro forjado que me recordó mucho a las parisinas (íntima, elegante y perfecta para perderse entre vitrinas).
En la galería hay cafés y restaurantes que valen la pena para comer; sin duda, en mi próxima visita trataré de llegar al horario correcto para no perderme la experiencia. 😅
Desde allí continué hacia la Piazza Castello, el corazón histórico de Turín, donde se encuentran joyas como el Palazzo Reale, los Musei Reali di Torino y el Palazzo Madama.
No tuve tiempo de visitar los interiores, pero sí pude disfrutar de su belleza exterior. Tenía tan solo 24 horas, así que decidí guardar esa experiencia para una segunda visita, una dedicada exclusivamente a Turín… sin prisas, solo el puro placer del disfrute.
Por la tarde, la historia se repitió: el horario italiano y yo seguíamos descoordinados. 😅En Turín, la mayoría de los restaurantes sirven el almuerzo entre las 12:00 y las 14:00, y la cena a partir de las 19:00. Así que, si quieres comer a las 16:00, básicamente estás en tierra de nadie.
Como no encontraba restaurante abierto, decidí caminar hasta la Piazza Vittorio Veneto —una de las más grandes de Europa— para sentarme en una terraza, refrescarme con una birra bien fría y disfrutar del ambiente local.
Debo confesarlo: llevaba todo el día caminando con zapatos altos. Ya sé, no fue la mejor decisión, pero… primero el glamour y luego el dolor de pies. 🤭
Y como los viajes también son para improvisar, terminé comiendo en un restaurante asiático que combinaba cocina japonesa, tailandesa, china y vietnamita.
Soy fan de la comida asiática, así que cuando vi birras japonesas en la carta y una terraza donde poder disfrutar de las vistas, supe que estaba en el lugar indicado. 🍻🙌🏼
Porque en mis viajes no hay reglas ni horarios… solo momentos que se disfrutan como llegan.
Para cerrar el día, crucé hacia al Quartiere Crocetta, una zona elegante, tranquila y perfecta para caminar sin prisa.
Desde allí, el paseo por el borde del río Po se siente como una pausa al final del día: la luz dorada, las terrazas, el murmullo suave de la ciudad…
Encontré un pequeño bar al borde del río donde terminé el día con un drinkito más, disfrutando del aire fresco y del recuerdo de un día intenso pero hermoso.
Turín me sorprendió por su elegancia, su historia y por todo lo que la ciudad —y sus alrededores— tienen para ofrecer.
A veces, un solo día basta para enamorarte de un lugar… para quedarte con ganas de volver y explorarlo con más calma.
Fue un día lleno de historia, risas y pequeños imprevistos que se transformaron en recuerdos.
Y eso, al final, es lo que más disfruto de los viajes: las anécdotas que se quedan en el cuore, aquellas que luego compartes con las personas que quieres y que, de alguna forma, se vuelven parte de tu historia. 💖
Si planeas visitar Turín, espero que mi recorrido te inspire.
Y si ya la conoces, cuéntame: ¿cuáles fueron tus lugares favoritos, tus expectativas y tus pequeñas realidades?
✨ Te leo en los comentarios...
¡Me encantaría conocer también un poco de ti¡
Siéntete libre de contarme una anécdota o simplemente dejarme un comentario.
Piazza Carlo Alberto.
Te comparto algunas fotos tomadas en mi recorrido por Turín... ¡Nos leemos muy pronto!
Con gratitud y cariño, me despido de ti. 💖✨
Rox Balam Experiences